La obra cultural de la II República fue tan importante, tan diversa y tan rica que hay un amplio consenso en torno a su excelencia; y la opinión que fue un periodo cultural privilegiado para la historia de la cultura es compartida por autores con concepciones e ideas muy diferentes.Algunas de sus características más interesantes son, en primer lugar, que esta etapa no fue un hecho aislado, sino la culminación de todo un largo periodo que desde finales del siglo XIX había ido madurando un proyecto de cambio cultural vinculado a las tendencias de modernización presentes a Europa.
En segundo lugar, la cultura para aquellos intelectuales y políticos republicanos no fue nunca una torre de marfil, ni una tentación de las élites para su diversión, ni un experimento versallesco impregnado de desdén por el pueblo plano, fue, mucho al contrario, la condición sine qua non, para que la misma República existiera ontológicamente.
En tercer lugar, el proyecto cultural republicano aspiró a construir y difundir una cultura común. Los republicanos y las republicanas, que existían antes de que la República fuera proclamada, sabían que este cemento clerical e ideológico, de naturaleza casi *ultramontana, no podía ser compatible con una ciudadanía ilustrada y activa. Sin embargo, esta empresa que tuvo importantes apoyos en instituciones creadas en el transcurso de las primeras décadas del siglo vinculadas a la Institución Libre de Enseñanza o a otras muy próximas como el Instituto de Estudios Catalanes, no fue un proyecto centralizador.
El Camí
La Ciudad de los sabios. Valencia, capital cultural de la República (1936-1937)
Javier Navarro Navarro