Guerra

Precisamente la València marcada por el cambio abierto el 14 de abril supone un esfuerzo transformador que afectaría tanto la orden social y económico, como el universo político, las mentalidades o la cultura urbana. La València que la República convirtió en escenario social de confrontación de intereses modernos, como espacio de democratización y de movilización social. Y la València fiel en la República de la guerra y la revolución, como privilegiado espacio de retaguardia sujeto a las transformaciones derivadas de la guerra misma y de la temporal capitalidad republicana, dispuesta a ofrecer acomodo al gobierno, a las decenas de miles de refugiados que huían de los frentes y a centenares de funcionarios, líderes políticos y sindicales, diplomáticos extranjeros, intelectuales y artistas, periodistas y reporteros, observadores de organismos internacionales y decenas de asesores militares y espías.

En València, el elenco de los lugares de memoria de la contienda es todavía anchísimo, tanto en bien inmuebles, como de edificios, calles, construcciones militares o refugios, cuánto en topónimos, señales y recuerdos de guerra, que todavía mantienen la elocuencia de la memoria de la contienda y, por lo tanto, son susceptibles de convertirse en garantes de la identidad y la memoria colectiva de estos años. La apropiación simbólica de estos espacios públicos urbanos nos es, por lo tanto, necesaria si queremos mantener el recuerdo de este pasado y visualizar el que, al fin, comportó colectivamente. Este es el reto